Encadenado a la mesa
donde ponen los papeles en blanco
esperando las palabras
o quizás las sonrisas.
Donde un botón
separa la confesión del pánico
jugando a las pataditas
cuando nadie baja la vista.
Evitando el castigo
si consideran la falta leve
en esos apuntes que surgen
si no condenan a un beso y un día.