En su primer día de curso una profesora joven y tímida empieza en un colegio antiguo y prestigioso. Después de que le dieran sus primeras indicaciones en el centro se disponía a dar su primera clase.
El colegio de piedra era como un laberinto interior donde sus propios pasillos formaban callejuelas con escaleras de subida y de bajada en diferentes niveles, a pesar de los diversos carteles era fácil perderse.
Y eso fue lo que le sucedió, el tamaño impresionante del lugar y su entorno despistó a la joven profesora que intentando bajar por una escalera con una barandilla de madera acabó rompiéndola y cayéndose al hueco que la misma escalera creaba dándose un buen costalazo.
Cuando consiguió recuperar la respiración escuchó como alguien intentaba abrir una de las puertas cercanas a donde estaba, entrada en pánico agarró el pomo de la puerta forcejeando con quien estuviese del otro lado.
Sudando de miedo y temblorosa cuando dejaron de forcejear intento salir corriendo por el único pasadizo que se encontraba en ese nivel del colegio, pero su pierna derecha le costaba asumir su función del golpe y la iba arrastrando pesadamente.
Sus ojos se dilataron enormemente cuando las pocas luces que había se apagaron y un suspiro se oía cercano. Arrollada por el miedo la joven profesora empezó a gritar desconsolada haciéndose una bola en el suelo.
Cuando una mano le toco el hombro empezó a patalear y a sacudirse como si le fuera la vida en ello y una voz que ya había escuchando anteriormente que la llamaba la dejó helada.
Cuando consiguió abrir los ojos pudo ver a la directora del centro que le preguntaba si estaba bien, que en su demora por llegar a la clase salió en su busca y que al verla en el suelo gritando se acerco en su ayuda.
La joven profesora reponiéndose del mal trago agradeció el detalle y caminando con la directora se fue para su nueva clase, a pesar de la normalidad en el aula ella seguía pensando en esos momentos de horror.
¡Rinnnnnggggg rinnnnngggggg!
Suena un despertador.
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