Me hacías el amor con las prisas de una primavera sin lluvia, te revolvías en mis sabanas mientras se escuchaba tu canción, no te quitabas los calcetines entre acto y acto, costumbre que me encantaba te daba ese aire rebelde como el lugar donde te conocí.
No probabas nada que no hubiese hecho para ti con todo mi amor, para ti mi cocina era un templo y yo tu artista al que devorabas con la mirada, con tus manos, con tus besos, con todo tu enorme corazón.
Te gustaba salir conmigo a mis paseos largos, cámara en mano, recorriendo los lugares mas extraños como un paria en un rol sin fin. Porque de esos lugares aprovechabas los mas escondidos para amarme con tu sinceridad, con el brillo que desprendías con tu sonrisa, cuando me decías ¡parate! ¡te lo voy a hacer aquí!.
Siempre esperabas al despertador para decirme que te diera cinco minutos más, abrazados debajo del edredón, ocultos como en una tienda de campaña, contándonos los sueños que durante la noche nos lleno de paz, silencios y caricias furtivas y siempre me decías “mi mejor sueño eres tú”.
Te llevaste todo lo mio allá donde los viajes nunca se terminan y no esperas que las sombras vuelvan, pero si cierro los ojos, ahí en lo más profundo eternamente me vuelves a besar una y otra vez…