En la rama del manzano
se partían los cráneos al correr
todos aquellos que no sabían luchar
y morían antes del amanecer.
La noche se hacía enemiga
de todos los que sin armas no se valían
y es que apretar un cuello no es fácil
si te atraviesan las espadas.
Por eso no todos eran guerreros
y preferían la tinta y el papel
para contar todo sobre sus muertes
antes del anochecer.
El final era para todos
no se hacían distinciones gratuitas
los que llegaban de los últimos
ya formaban parte de la leyenda.