He muerto perdido entre mis lágrimas

He muerto perdido entre mis lágrimas y no me da vergüenza decirlo, me he muerto. He pasado de la alegría a la tristeza y de la tristeza a la pena que es más enrevesada y dolorida, y sin embargo ¿cómo sigo aquí?. A veces sonrió con una mueca perdida pues no sé qué significa estar muerto en vida. Pero eso es lo que estoy y grito, grito con tanta fuerza que el mundo deja de dar vueltas sobre mí, y pienso que es injusto no parar de gritar hasta que el dolor salga por completo de mi interior y me libere, me deje ser nuevamente un ser humano al cual se le arrebato las ansias de vivir. Me he muerto pero puedo sentir y te veo a los ojos muerte y ¿sabes que pienso?, si no has podido conmigo, únete a mí, pasearemos juntos de la mano por las oscuras veredas del sentimiento inerte por siempre jamás.

DESEÁNDOTE

Tu sonrisa te delata cuando te cruzas con mi mirada, cuando otorgas en el silencio de tus palabras el deseo más ferviente de tu corazón, de tus pechos desnudos, del calor de tus muslos contra mi cuerpo. Entre tu abrazo cálido, de labios húmedos, de palpitar fuerte, de orgasmo en orgasmo de la mente dispuesta en tu sexo, en la caricia de tu melocotón más sabroso, más dulce. Provocando sensaciones que tu sonrisa me enseña, me registra a fondo para que entienda que me posees, que te poseo, que hacemos el amor entre cristalinas marismas del conocimiento, del placer más salvaje como gotas de agua sobre tu pelo, tan húmedo, húmedo como todo lo tuyo, como excitado lo mío, juntos, demasiado e inseparables, hasta agotar nuestras energías entre gemidos.

Mi entorno…

Cuando pienso en ti cosquillas recorren mis venas, es como un placer que me hace olvidar todo lo que hay en mi alrededor. En esta cueva donde la luz del sol marca las horas de mi vida, los amaneceres y atardeceres donde ahora se ha colado tu voz para reorganizarme mi agenda a tu propia voluntad. Donde con tu alegría las arañas y pequeños ratones que me acompañan se han ido de vacaciones para no molestar, te has elegido por mayoría absoluta la dueña de mi mundo perdido de la mano del hombre.

Ante el revuelo que creas entre los jilgueros y gorriones con tus ojos verdes, hasta el águila y el cernícalo se han tomado un descanso, para que los cánticos no sean un enjambre de plumas cuando en tu pasear por el sendero los vas dejando que se posen en tus dedos, los invitas contigo a caminar, mientras yo desde el alto dejo volar mi imaginación. Sintiendo como tu felicidad cambia por completo el entorno agreste y rudo, donde mi cuerpo ha decidido fundirse para sentirse mejor, como un bálsamo del curandero del río gafos, como la pócima de la bruja de San Cibrán.

Y se dibuja una sonrisa en mi cara castigada por el tiempo, abatida en mil batallas, curtida por el frío y la dureza de una almohada solitaria, una cara que acaricias con ternura mirándome a los ojos fijamente aprobando con ello lo que sientes, lo que siento, dejando que el tiempo no tenga más valor que el que queramos darle, porque ya no vale de nada mirar atrás.

Posdata: Hubo un tiempo donde mi cueva tenía una telaraña en la puerta, hoy hay una alfombra que pone: Bienvenida a casa.