Verdaderas

Entre las sombras del alma se ocultan, las lágrimas verdaderas, silenciosas, testigos mudos de historias ocultas, suspiros del corazón que se desposan.

Caen, gotas líquidas de la emoción, perlas cristalinas que el rostro surcan, reflejos de un sentir en plena expansión, donde los sentimientos se pronuncian.

Son lágrimas sinceras, no impostadas, que brotan del abismo de la tristeza, pinceladas del dolor enmarcadas, testigos íntimos de la fortaleza.

En cada una, una historia se dibuja, un eco de momentos que se esconden, melodías del alma, notas que fluctúan, recuerdos que al vacío se responden.

Son lágrimas que nutren el corazón, limpiando el alma de penas y pesares, desnudando el ser en su expresión, sanando heridas, curando los males.

No son lágrimas de miedo o de engaño, ni lágrimas vanas de falsa emoción, son el fluir auténtico del ser humano, un lenguaje puro que habla con pasión.

Deja que las lágrimas verdaderas fluyan, no temas mostrar tu fragilidad, pues en su cauce, la esencia se diluye, y se encuentra la fuerza en la vulnerabilidad.

Las lágrimas verdaderas son elocuentes, poesía que surge de la profundidad, testigos fieles de momentos hirientes, pero también de amor y felicidad.

Así, en cada lágrima que brote sincera, se encierra una historia, un universo entero, un poema inédito que en silencio espera, ser leído por aquel que sea verdadero.

TU

En el vasto universo de lo etéreo, donde cada ser despliega su brillo, resplandeces tú, radiante y sincera, un ser maravilloso, única y sencilla.

En el lienzo de la vida tú eres arte, una amalgama de colores y matices, donde la belleza brota en cada parte, y tu esencia despierta todos los puntos felices.

Eres un sol en medio de la tormenta, una estrella que guía en la oscuridad, con tu luz iluminas cada senda, y llenas de esperanza la realidad.

Tu voz es un eco que encanta al viento, susurra melodías llenas de pasión, cada palabra tuya es un alimento, que nutre el corazón y da inspiración.

Tus ojos son ventanas al infinito, reflejan el universo en su interior, miradas llenas de luz y espíritu, donde se esconden secretos de amor.

Eres un verso en un poema divino, la esencia de la vida en su plenitud, un tesoro valioso en este camino, donde la autenticidad es tu virtud.

No hay otro ser como tú en este mundo, eres única, especial y excepcional, tu esencia brilla con fulgor profundo, y tu existencia es un regalo celestial.

Así que nunca dudes de lo que eres, una maravilla en este vasto lienzo, conviértete en la versión más fiel de ti misma, y serás eternamente un ser inmenso.

Eres maravillosa, en cada latido, en cada pensamiento, en cada paso, deja que tu esencia siga su camino, y conquistarás cualquier reto que te abrace.

Eres única, una joya sin igual, así que brilla siempre con orgullo, tu grandeza no tiene un final, eres eterna en este mundo, no lo dudes nunca.

Un palito, dos palitos, tres palitos, cuatro….

De las razones que me llevaron a robarte el corazón la causa y efecto de todo lo que sucedió en aquellos momentos a día de hoy siguen sin extinción. Hay cosas que no se pueden cambiar, llámese destino, por eso el hilar fino es fundamental a la hora de dar sin reservas, incluso en ese poder más real que alimenta a los amantes, en su propia eternidad.

Aprende a dar cariño

quizás tu no lo necesites.

Regala un beso

de vez en cuando no hace daño.

Se comprensivo

no todos somos extraordinarios.

Concédete tiempo

la lentitud enseña a saborear las cosas.

Regala una sonrisa

La mala leche no viene incorporada de serie.

Ser o no ser un santo.

Yo pensaba que era un santo, un hombre incomprendido que no atendía a más razones que aquellas que llenasen un plato, pero aún no tenía ese aro luminoso sobre mi cabeza y no entendía que a pesar de los muchos reproches de mis neuronas no lo tuviese, aún así yo seguía creyendo que lo era.  A veces la verdad de las cosas no está en cuestionarlas más bien te golpean directamente en la cara y ese halo de santidad se te baja a nivel del suelo y vuelves a la cruda realidad.

Uno puede tener una vida plena y sin embargo muchos de esos buenos momentos haberlos olvidado por completo, de esos que de vez en cuando renacen y aparecen de golpe. Es cuando recuerdas como leer el italiano o cantar en japonés, cosas que horas antes, instantes incluso no tenías en conciencia.

Santo o no, la mente es como un juego inacabado que a lo largo de los años vas cultivando y vas llenando de esas experiencias que, olvidadas luego o no, completan en gran medida ese paladar de degustación que a los pocos vienen y van, para bien o para mal llenándote de sabores dulces o salados, de las sonrisas melancólicas y de las otras sonrisas que cruzan océanos, incluso cruzan espacios atemporales.

Así que espero esa beatificación permanente, merecedor o no porque nunca se pondrán las partes de acuerdo pero que muy dentro de mi considero creíble y razonable, sin ser sarcástico porque para eso ya están aquellos que juzgan sin conocer, pero con valentía, que para eso a mi nombre ya le han concedido un día al que santificar, por lo que no voy a invadir nada que ya no este ocupado (sonrisas), hágase la paz.