Cuatro razones

Te amo

mientras tus manos me seducen,

tus pezones juegan en el limbo

de mis labios humedecidos.

Te siento

en esos adentros que capitularon,

a la manera que tienes de quererme

de dejar enfriar mis sabanas.

Te deseo

más allá de sentirte dentro de mi,

en cada embestida hacia el cielo

nuestros orgasmos al fin compartidos.

Te quiero

en esa lejanía que nos reclama,

en todos los momentos del día

que hacen de amarte mi llamada.

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.Y. – Nuestro amor – .Y.

Me seduces con tu mirada

al explicarme tu manera de sentir,

siembras tus caricias en mi piel

y siento tu electricidad en todo mi ser.

Abro mi corazón a tus besos

mientras te susurro lo que por ti siento,

sonríes y me abrazas con cariño

has conseguido hacerme feliz.

Contigo tengo esa complicidad

de dos amantes encontrándose por primera vez,

suspirando sus cuerpos

olvidándose del tiempo por un momento.

Diciéndote que te quiero sin hablar

en el encuentro de mis labios con los tuyos,

sabiendo que cada segundo juntos

nos unimos cada vez más.

Hambre del ser

Deseosa de mi ser

Reina besaba mi cuerpo

parándose en todos mis poros

en todo aquello que genera placer.

No era la primera vez

nos hacemos el amor todas las noches

en esas galaxias lejanas

entre las sombras de la noche.

También le gusta la siesta

esa donde te relajas en el sofá

buscando meter la mano entre las piernas

para despertar las ganas de buen sexo.

Deseosa y complaciente siempre

Reina es una metáfora del amor

de todo aquello que te llena y satisface

de eso que ya no abunda en las parejas.