En este nuestro mundo algo no es cuestionable, la comida. Cualquier ser vivo la necesita, a ningún ser vivo se le debería negar poder llegar a ella.
Esta misma mañana en una de las flores de mí jardín.
En este nuestro mundo algo no es cuestionable, la comida. Cualquier ser vivo la necesita, a ningún ser vivo se le debería negar poder llegar a ella.
Esta misma mañana en una de las flores de mí jardín.
Dos galletas y media después de la comida cariño. El marido la miraba con una sonrisa pero a la vez extrañado y se decía en sus adentros a que venia esa media galleta y no tres completas o dos, que a el con una le llegaba con el café pero su punto goloso le dejaba estomago para una docena si hiciese falta. Y así la escena a lo largo de una vida después de cada comida al mediodía, hasta que en un alarde de valentía y sin querer contrariar a su esposa le lanzo la pregunta del millón.
¿Por qué dos galletas y media en vez de dos o de tres?
Su mujer con gesto cálido y cariñoso le acaricio la calva y agachándose se la beso pues el aún estaba sentado a la mesa y le contesta:
¡Por qué me sale del coño Manué, por que me sale del coño!
El silencio fue total en la cocina, pasados unos minutos el marido intento reaccionar y decir algo pero seguía petrificado y congelado por la respuesta. No se podía creer que después de una vida juntos sin atreverse a preguntar el tema fundamental de las galletas del café ahora cuando se arma de valor la respuesta sea tan seca, bestial y contundente.
Al día siguiente y sin comentar para nada lo sucedido en la comida del día anterior llegada la hora del café el marido se queda asombrado cuando su mujer al ponerle el plato ve que en el ahora hay tres galletas enteras y no las dos y media, cuando se iba a girar para preguntarle cual era la razón del cambio su mujer levantando la mano en posición de stop le repite:
¡Por qué me sale del coño Manué, por que me sale del coño!…
Y nunca más se volvió a hablar del tema.
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