Inocencia

No me esperaba que me besaras, creí que los besos eran parte del pecado original, por eso me sorprendió cuando tus labios carnosos y húmedos chocaron contra los míos sucumbiendo a tu lengua y a la imaginación.

No esperaba que fundirme en ese abrazo contigo pudiese dar tanto calor, por unos segundos me transporte a un volcán en erupción, pero enseguida me di cuenta de que la única lava que había entre nosotros era la que salía de mi corazón.

No sabía lo que era hacer el amor ni tenía ni idea de todos los universos que se podían recorrer cerrando los ojos y dejándose llevar por el movimiento acompasado de los dos, como en un baile programado y perfecto terminado con una puntuación de diez.

Nadie me contó lo gratificante que es despertarse a tu lado después de una noche apasionada y lo que ello supone si lo multiplicas por los días y los meses siguientes, cuantas cosas que no sabía y que ahora sin ellas no puedo vivir.

Que bonito es envejecer a tu lado.

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Carta a Y

Querida Y:

Amor mío los días transcurren con celeridad y la historia de nuestra relación avanza rápida a lo largo del tiempo. Queda en el recuerdo la primera vez que te vi, con esos ojos increíbles que destellaban con fuerza, con esos tonos verdes maravillosos que hacían de tu presencia una fuerza de la naturaleza. Pero no solamente me atrajeron tus ojos, tu sonrisa llena de sinceridad que no regala nada, que es justa con lo que te gusta, que tanto explica cuando la tienes.

Tu persona, única y diferente, es de esas otras cosas que tienes que me han atraído tanto de ti, como un tatuaje fijo grabado a fuego, tus propias ideas y tus convicciones hacen que no sólo te quiera si no que te respete desde lo más profundo de mi ser. Me agrada tu inteligencia que valoro incluso cuando me corriges porque intento ser un hombre que te sea útil para muchas cosas no sólo para recibir halagos, abrazos o esos besos que me hacen viajar cuando cierro los ojos porque me transportas con tu magia.

Hoy te escribo esta carta entre viento, lluvia y frío pero mi pensamiento está contigo y aunque el mundo se derrumbe a nuestro alrededor este poeta oscuro te seguirá queriendo como el día que supe que enamorarme de ti ya había sucedido, por eso soy y seré, siempre tuyo.

Hay una carta para ti.

Amor mío:

Me gustaría poder besarte y sentirte como la nieve derretida por los primeros rayos de sol de la primavera, que fluyen serenos y tranquilos hasta hacerse ríos y fecundarlo todo hasta el mar. Quisiera acariciar tu cuerpo lo mismo que al soplar los pétalos de una flor se vuelven voladores y juguetones con el aire, llenos de sensualidad y ritmo.

Me gustaría estar dentro de ti para poder sentir tu abrazo con tanta fuerza que no nos separasemos nunca de lo horizontal y vertical creando nuestra propia dimensión, aquello por lo que luchar en nombre del amor se forjase como un planeta.

Me gustaría ser tus latidos para afrontar con el paso de los años todos esos momentos maravillosos que se logran al envejecer juntos, sin el reproche de no haber coincidido nunca, sin lamentaciones por las ocasiones perdidas, por no haber vivido el presente, por no elegir el futuro.

Siempre tuyo.

Querida Olga Lucía:

Hoy estuvimos hablando, no lo hacíamos desde hace mucho tiempo. Cuando desaparezco y vuelvo pasan siempre años. Después de todo lo que pasamos juntos en lo bueno y en lo malo, dividir nuestros caminos por un millón de causas nunca debería de ser motivo de desconexión, seguramente culpa mía, siempre fui un mochilero inquieto que no sabía meter las raíces de una vez en una ciudad y quedarse, con el añadido de que tu estabas en la ecuación y nos queríamos mucho. Pero a pesar de seguir moviéndonos hemos madurado aún más.

Hoy con mis miedos a esta enfermedad que me devora, recordaba cuando tú luchabas contra la tuya y puse mi granito de arena, todo salió bien y tu maravillosa sonrisa sigue dando alegrías. Y que me dijeses que siempre me recuerdas y que le hablas a tu pareja de mi, de lo que signifiqué en tu vida me ha llenado de un orgullo tremendo. Hoy los ánimos que yo te di me los has devuelto cuando me dijiste que si mejoraba querías que con mi cámara nos fuésemos de mochileros por la Ruta del Agua, o por el Bosque encantado del árbol de arpa. ¿Te acuerdas de las sesiones de fotos que te hacía?. Me siguen encantando todas, pero de mis preferidas las que te hice en la playa de Lourido con la bajamar, con la Isla de Tambo jugueteando con tu pelo rodeada del Océano Atlántico y su brisa en tu piel, esa piel exótica y de color que tanto me gustaba porque era como una melodía con cada foto que te sacaba. O las que te hice en el monasterio de Lérez encima de aquellas losas con tu pañuelo jugando con el viento, ¡caramba como se nos van los años!.

Hoy me has recordado ese café pendiente, que nos prometimos cuando me fui. La excusa es tomarnos uno pero la verdad es que me gusta verte sonreír, sobre todo cuando hacía una tontería de las mías y me decías con cariño ¡payaaaaso!. Guardo con enorme gratitud todos los buenos momentos porque en circunstancias como las de hoy donde estoy partido por los cuatro costados te levantan la moral y no voy a decir que le tenga miedo a lo que pueda pasar, pues eso no lo controlo yo, para eso está quién está y bastante la puñeta me ha hecho a lo largo de mi vida. Ninguno puede manejar su destino por mucha experiencia que tenga o por mucho que viviese.

Hoy me confesaste que tiempo atrás al encontrarte con nuestros recuerdos conjuntos soltaste un par de lágrimas al recordar lo que vivimos. Créeme que cuando tu cuerpo ya no obedece a tu cerebro el tener la lucidez de que esos recuerdos están ahí son una bendición porque puedo aguantar el dolor físico y que mi ventana sea lo único que me asoma al mundo junto una conexión de Internet, pero si en esta materia gris que me queda le sigue llegando oxígeno nunca me olvidare de ti.

Gracias amiga.