La cencerra de tu ser

Cuando estas sola
masturbas la mirada
con el tacto de tu lengua
con la acidez de tus vergüenzas.

Te buscas en el absurdo
de pintarte las pestañas
sacudirte los postizos
dejar de usar viejas bragas.

Te relames el chocolate
fundido sobre tus pezones
deseas carne fresca cerca de ti
que se marche de madrugada.

No estas loca ni lo crees
pero te pierdes en el tejado
donde le aúllas a la luna
y te comes las entrañas…

Sin vértigo

Vendes jalea real
de tu clítoris emancipado
en botes de cristal
a quien mejor te meta mano.

Perdiste la vergüenza
de tocar lo ajeno sin sonrojarte
ahora devoras aquello con ansia
dejándolo todo con corazones rotos.

No te privas de vivir
lo que en tus pechos tienes
desean de tus pezones ser parte
y caen esclavos de tu mirada.

Ya no buscas el látex
ni formar parte de la paella
eres el ingrediente principal
de tus propias fiestas.

Sin disgusto en posaderas
te entregas completamente entera
has perdido los perjuicios
eres de diferente manera.

Autocontrol

Rompientes
en vórtices inalcanzables
susurros de tu entrepierna
buscando mi carne.

Me deseas con castigo
sin saber tu odio extremo
porque me amas demasiado
y eso te remolca, te diluye.

Quieres hacerte la fuerte
y sueltas la sonrisa loca
aquella que te quita los nervios
y te eriza los pezones.

Quieres sexualizarme
al ritmo de tus antigüedades
aquellas que te hacen cómoda
y te dibujan tu paraíso perfecto.

Me llamas
en tus gritos de silencio
me necesitas en ambos sentidos
y me cortas como tus calabacines…

En la pagina una

Hay tantos caminos que nos ponen a lo largo de la vida que las pequeñas cosas que nos perdemos quedan en el fondo lejano de uno mismo. Y todos esos estigmas que nos marcan salen como ciertas flores, florecen dependiendo la estación, de lo que mas deseamos y sentimos.

Y sonreías con tus ojos negros

aquellos ladrones de pupilas

traumatizados por el látigo

de tus manos aferradas por el fuego.

Ahora toca levantarse después de perder tus pechos desnudos, pezones erizados, piernas en abierto esperando mis brasas, tu culo a ritmo de samba, de cascada virgen, de récords en tus labios, de la locura que eriza la piel cuando mencionas mi nombre. Y me ponías el café como todas las mañanas, te gustaba mi libreta y de reojo leías lo que escribía y sonríes, te sonrojas y te muerdes los labios.