Categoría: paz
Quién…. huele el final…
¿Quién me llorara si me muero hoy?
¿Sólo los muertos?.
Que eterno dolor encerrado en los barrotes
de las venas que me buscan en mi interior.
¿Quién me recordara?
¿Quién mencionara mi nombre?.
Que puedo decir de la soledad
que no me lo traiga el viento del Norte.
¿Quién me explicara la paz que siento?
¿Quién me llevara de la mano a mi último sendero?.
Lagrimas que me lo dicen todo y no quieren nada
insensible percepción jugando a ser corazón, lento.
¿Quién echara flores en mi tumba?
¿Quién dirá unas últimas palabras por mi?.
Y la sensación de todo lo bueno y lo malo
es que aunque nadie me eche de menos al menos…
… tu soledad
siempre me acompañaras en todos mis momentos.
Estaba convencido de que era hoy
Ayer me acosté con la sensación de tener una paz inmensa dentro de mi. Muy pocas veces encontré mi mente en consonancia con mis pensamientos y me dije a mi mismo que seria un buen momento para morirme. Recostado abrazando a mi almohada iba notando como los parpados me pesaban y que la gratitud a todos estos años duros y desafiantes ya carecían de sentido alguno. Un calor me tenía atrapado desde mi corazón.
La sensación de despedida era tremendamente real y no tenía miedo, incluso pude deducir que me sentía feliz, sin tristeza, total ya nada queda aquí para mi salvo los recuerdos que se tatúan en mi con tanta fuerza que hay días que mejor sería no despertar, tanto daño, tanto dolor, tanto sufrimiento en la cueva de mi ilusión, donde poca luz trabaja las sonrisas, todo se convierte en un ataúd.
Todas esas fases que sentía antes de sumirme en un sueño extraño, donde aparecieron muchas de las cosas que marcaron mi vida, casi me hace creer que estaba camino de otra vida, dejando ver aquello que un día me hizo feliz pero abres los ojos y miras las luces del cielo brillando como tantas otras mañanas, notas el cansancio en los músculos, como el pecho se te oprime y no puedes respirar. Te reincorporas ves que todo sigue igual y vuelves a la monotonía de la soledad, ese castigo que no me deja morirme, no de momento, quizás quiera que pida perdón por existir.