Categoría: belleza
La montaña de la Latina
Latina se escapo de una montaña de cumbres nevadas allá donde los delirios de amor volaban a la altura del oxigeno inexistente y bajo al valle de las esperanzas, donde los ríos se cruzan formando un corazón. Allí donde las cuevas dejan de ser oscuras si les llevas leña y una buena historia y Latina de eso tenía (grabadas a fuego) en su piel unas cuantas, de guerras entre demonios y ángeles, de duendes contra hadas, pegados al hachís.
Se escapo de donde ya no estaba porque no se considera de algún sitio y las montañas eran la metáfora o la excusa mejor predispuesta a ser tragada por la voracidad de su juventud, de su belleza impactante, de un motor de combustión. Litros de alcohol, todo un bocado de Ron.
Latina se expresa con la jerga de la calle, donde lo way es bostezar cada mañana donde aún no se ha despertado la playa y los cangrejos no se atreven a mirar, donde se desnuda a la arena y se deja hacer el amor por el mar. Donde poder gritar mientras la sal le roza el ombligo y recuerda la montaña donde escapo, de aquella nieve que le congelaba el sexo, donde no le hacia sudar entre los pliegues de las olas, la rompiente de sus piernas abiertas robados a la pasión.
Y para cerrar la borrachera de esta entrada recordando el tren al que se engancha Latina con ese tanga de palmera y sujetador de cocotero pintando los labios de rojo accidental, mirando entre robados las fotografías que le secuestro en cada paso firme mientras lo del paisaje que le rodea es una excusa para correrme entre lo salvaje y lo civilizado.
Quiero ser esa montaña.
Ninfa
Ninfa se mojaba las manos en la fuente del Castro y se las pasaba por la cara, intentando despertar al sol del amanecer dejando al fondo la ría de Vigo, su mundo más real donde pasaba las mañanas. Donde sus pensamientos mas oscuros eran para ella los más eternos, los que la hacían soñar en convertirse en un hada, de las que cargan con una espada ejecutora para cambiar el destino.
Ninfa rompe esquemas con su realidad, destruye castillos antes de la hora de comer mientras te dedica una mirada que te hacen sentir como te consumes en sus labios, en la carrera hacia su corazón negro, atacado por las raíces venenosas de Castrelos, por un sentir marginado en cada uña afilada de su ser.
Ninfa enamora sus huesos con sus recuerdos donde dejo lo que más quería tirado en el Arenal porque ella quería su propio infierno y compartir para ella es como pasarse de frenada porque nada existe en su alma si no le quita la razón. Tratando de reclutar migas de pan para que el tiempo no le deje de lado y se olvide de volver a su propia irrealidad.
Ninfa quería ser normal en las tripas de su ciudad pero solo podía aspirar a quemar todas las ilusiones como la Roma de Nerón, a ser la grafitera en las viejas naves de Bouzas allá donde colgaba los pellejos de sus victimas, de esos amantes perdidos en su matriz. Inteligente y creativa nada se le oponía, nada se le cruzaba, es lo mas salvaje que he encontrado ¡si! hablamos de Ninfa.