Sentí el calor tímido de tus besos
jugando con mi piel necesitada,
de esos juegos que nunca amargan
y que hacen lazos en el corazón.
Sentí que cada momento a tu lado
era un regalo merecido,
por todo ese dolor acumulado
el sufrimiento que me tenía secuestrado.
Sentí que perderte sería el fin del mundo
por eso me aferré a ti con fuerza,
que no me podría permitir alejarme
y perder el regalo de tus ojos observándome.
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