Un calcetín solitario,
en el cajón abandonado,
busca a su compañero
pero no es encontrado.
Su color desvanecido
su tejido desgastado,
cuenta la historia de su vida
de un pie que ha acompañado.
Un día feliz y contento
se puso junto a su amigo,
pero algo pasó después
y ahora está sin abrigo.
Quizás se cayó en la calle
o se perdió en la lavadora,
pero lo cierto es que hoy
el calcetín llora y añora.
Su hogar ya no es completo
le falta su media mitad,
pero mientras exista la esperanza
su soledad no será tan fatal.
Así que sigue esperando
en el cajón oscuro y frío,
por el momento en que su amigo
vuelva a su lado con cariño.
Cuántos calcetines solitarios, medio desmayados por los cajones.
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A veces me los pongo diferentes para que no se sientan solos. Un abrazo.
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