Mis pies, cansados y doloridos
caminan por las calles sin cesar
y aunque deseo un momento de reposo
la vida no me da tregua para descansar.
La piel agrietada, los dedos hinchados
sufren cada paso que doy
y aunque intento ignorar el dolor
mi cuerpo me lo recuerda con cada movimiento.
A veces me pregunto si valdrá la pena
este constante sacrificio de mi cuerpo
si algún día lograré caminar sin dolor
o si siempre estaré condenado a sufrir.
Pero aún así, seguiré adelante
poniendo un pie delante del otro
porque en este mundo tan agitado
no hay tiempo para detenerse ni un momento.
Así que seguiré caminando, aunque duela
con la esperanza de que algún día
mis pies se alivien de su dolor
y pueda seguir adelante sin temor.