En el corazón ardiente del sol,
se siente un presagio de temblor,
una predicción que alienta el terror,
de un movimiento que causa dolor.
Las llamas danzan en el astro rey,
como un presagio de sufrimiento,
y en el firmamento se ve,
el anuncio de un gran movimiento.
Las estrellas temblarán con temor,
y los planetas se estremecerán,
cuando el sol desate su furor,
y la tierra tiemble sin cesar.
La predicción se cumple al fin,
y el terremoto solar llega,
la tierra siente el dolor sin fin,
y la vida se desespera.
Pero después de la oscuridad,
llega la calma y la claridad,
y el sol resurge con su luz,
para seguir su ciclo sin fin.
Así es el destino del sol,
una predicción de temblor,
que nos recuerda nuestra fragilidad,
y la fuerza de la naturaleza en su realidad.