Tienes por costumbre
ser la mala del cuento
pero, aunque tengas una espina
clavada profunda, te quieres.
Eres esa bruja encorvada y distante
que atiza cuentos a los niños
esperando la manzana sabrosa
que alegre tu gélida cara.
Quieres poseer tu propio reino
y tener vasallos a tus pies
pero encuentras las multitudes aburridas
amas tu soledad.
No eres al uso la bruja
que se sacrifica por la hermandad
te ocultas tras tus caldos
buscas la eternidad.