Pesadilla
de las manos atadas
para no hacer la llamada
que libere las cadenas.
Que aprietan
cuanto más te mueves
que te rozan la piel
te comen la carne.
Que te vuelve loco
el saberte inútil a la suerte
de quien te tiene preso
a merced de su vida.
Y esperas despertar
darle un sentido a todo eso
pero sigues atado por las manos
y hay sangre por todo el suelo.