Los cuchillos se alargan
en el aroma tardío de la sangre
volátil como las plumas
de los gorriones.
Peleas a mano
donde se entrega todo
la vida o la injusticia
de no ser el agraciado.
Donde los gritos desesperan
en los charcos del viejo plasma
con la ira cegando la mente
eyaculando un arma.
Perseguido a la orden
de matar la razón y los derechos
ya no quedan libertades
si no se despachan primero.