Me enfocas y me retratas, me saludas distante, cámara. Y haces de tu noticia la prisión de mi vida, que por unos segundos grabados renuncio yo a los míos y me haces inmortal, ¿con que derecho?, no lo veas como algo normal. Me has dejado en cinta, carrete embobinado, preso como reliquia del pasado y me enterraras tras positivarme y lanzarme al espacio, donde un satélite me recogerá y me fundirá en microondas, sin vástagos, que peligro. Luego me abandonaras, en las estanterías telarañicas preñadas de polvo y de gafas de culo de botella, un numero, un par de letras y nuestro divorcio se consuma, adiós cámara, pero no te olvides, yo te vi primero.