El bullicio de la calle Príncipe no eclipso tu mirada cuando te ibas acercando, a pesar del sol intenso y las ráfagas de aire frío la luz de tus pupilas era la mayor esencia de cuanto nos rodeaba. Y tu sonrisa la mayor carta de presentación, no hacían falta más palabras.
Tu cuerpo amoldaba tu vestido negro, curvas de diosa del Olimpo, olor en ti a primavera, fragancia que llenaba los pulmones de dulzura y sentimiento, de complicidad absoluta como si nos conociésemos de toda la vida.
El paseo por el puerto da Laxe un refranero a tu lado, de palabras bonitas, de cumplidos sinceros, de plasticidad y fotogénica figura en una sesión de fotografías con un marco incomparable atlántico, de aguas salinas de Vigo.
Y la brisa entre arcos de piedra y modelo a lomos de un pulpo de bronce, de la linea de un corazón de granito, del verbo en un objetivo causaba sensaciones y emociones en cada clic de la cámara, en cada segundo vivido a tu lado.
Y mereció la pena, sin dudarlo, ser el alumno de tu belleza, de sentirse vivo ante la juventud llena de madurez que enseñabas, incluso cuando las prisas a lomo de un bocata nos llevaba a un camino distinto, cada uno a su realidad mas cercana, al abrazo de despedida, al sentir que se ha pasado volando unos minutos bellos.
Y me enganche a tus empujones, al humor pícaro, a las ganas de repetir y de sentir tan buenos momentos condensados en una hora y media mágica.