Quiero saber
como cuelgan los malditos,
de la soga de esparto
sin usar sus dedos huesudos.
Rozando el cuello a la camisa
ropa vieja y cara demacrada,
en los años pasados sin presente
hasta orinarse en las suelas.
Rechinar de sus dientes podridos
con el tabaco de mascar en la garganta,
su último escupitajo
las pupilas levemente dilatadas.
Esperando el perdón de la plebe
donde corean su nombre sin justicia,
no hay cosa que más caliente
que ver el sufrimiento de otros.
Muy bueno
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Gracias Azurea, un abrazo
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