Allí donde pierdes las costumbres
entre la tostadora y la fiambrera
se aquejan los sentidos de antaño
donde con tu mano sanaba el deseo.
Viejos libros apolillados y acribillados
por tus ojos serenos a lo largo del tiempo
me dejan la boca amarga de no oírlos de tus labios
de no sentir el tacto de papel con tus manos.
Ya no espero las notas que dejabas en la nevera
con pequeños versos o la lista de la compra
donde no faltaban las verduras y por supuesto
una buena ración de huevos.
He perdido la cordura toda esa que tenía
hace ya décadas que la usaba a diario
ahora mientras me entreno para no perderme
dejo que mi memoria te lleve siempre en su recuerdo…