Defunción
de tus palabras silenciosas
esas que parten de los pies
y acaban en la cabeza.
Muerte crónica
a sabiendas anunciada
desde el dolor de las entrañas
de un malestar general.
Asesinato ritual
de la formación de tus frases
cogidas por el hilo de la vida
el fracaso de tus perfiles.
Resurrección de tus cenizas
para formar parte del abono
de ese alimento concentrado
que le doy todos los días a mi gato.