Sensi iba sentada en el autobús de las 7:30 de la mañana, bloguera y voz de la moda por Internet, lo que ella decía iba a misa, siempre a la última marcando el canon de las mujeres en su forma de vestir y en como un buen maquillaje podía darte un empujón a la hora de conquistar el día a día, derrotar los demonios de la belleza con sus consejos y experiencias.
Se dirigía como lo hacia de lunes a viernes a su lugar de trabajo, donde la red no llegaba hasta que cumpliera sus ocho horas de trabajo y volvía a casa para sentirse la jefa de sus propios movimientos, donde nadie podía mandar por encima de ella, donde no tenía que dar resultados ni ser parte de una estadística y aunque lo que su trabajo le proporcionaba no le era del todo desagradable a veces se quedaba en blanco pensando que le daría a sus seguidores, con que tendencia los sorprendería otra vez, como en tantas ocasiones.
Pero a Sensi este día le iba a proporcionar otras emociones distintas a la monotonía que normalmente la semana le entregaba y es que hoy todo sería distinto…. su autobús se salto un semáforo en rojo, un coche impacto contra ellos y una nube de cristales, sangre, gasolina y huesos rotos corto por completo la emisora que sonaba. Los gritos eran la nueva melodía, el llanto y el dolor, las personas que intentaban entrar en el autobús a sacar a los heridos y a las victimas. Explosión, fuego, hierro quebrándose, plástico fundiéndose y entre todo ese amasijo de catástrofe, Sensi.
Atrapada entre su asiento y el de adelante sentía como el calor estaba cercano a ella, no podía moverse e intentaba por todos los medios salir de ese infierno pero no podía y se convenció a ella misma que no saldría de esa, cerro los ojos y empezó a vislumbrar un carrusel de recuerdos, de lo que era su vida y de lo que le hubiese gustado llegar a hacer. El humo empezó a ahogar sus pensamientos, las lagrimas solicitaban un milagro que no daba llegado. Podía escuchar como alguien gritaba pidiendo un extintor con voz entrecortada, como golpeaban el exterior del autobús intentando llegar a ella y en un segundo ya no sentía nada, Sensi empezó a notar un olor a margaritas, como unas manos la levantaban sin esfuerzo, le sonreían y se sintió llena de paz y armonía, ya no tenía temor.
Sensi se vio en la acera tumbada en el suelo, cuatro personas la intentaban reanimar, pero no tenía dolor ni pena por si misma, solo podía pensar en seguir su camino y decidió volar libremente hacia su casa, allí beso la mejilla de su marido y se difumino en las esencias de la vida.
Son las 6:30 de la mañana, suena el despertador, Sensi se despierta acalorada, sudando, nerviosa, profirió un grito, aterrada. Su marido le dice ¿estas bien?. Se quedo sentada en silencio y lo primero que pudo decir fue: hoy me llevo el coche.