Me frena lo absurdo
que parece dar color al cielo
de otra tonalidad distinta
que no sea el azul.
El tener que pintar el agua
con matices que no son cristalinos
para que todos entiendan
que está ahí.
El sentarme al lado del mar
porque necesito sentir la sal
como sentarme en el campo
para oler las flores.
La luz que suena a poesía
como una melodía
como en un funeral animado
para no estar triste.