Ella estaba sobre la cama, dormía profundamente, su boca medio abierta dejaba entrar el aire que su nariz no inhalaba. Una araña se deslizo desde el techo con su hilo, posándose en su labio. La araña se introdujo por la boca y fue deslizándose por la garganta. Ella que seguía dormida empezó a toser lentamente pero cuanto más se metía la araña más intensidad cobraba su tos.
Al poco rato se sentaba sobresaltada en la cama casi sin poder respirar, la araña camino de sus pulmones estaba inyectando su veneno sin piedad. Ella empezó a escupir sangre, se le empezó a nublar la vista. En un último intento quiso levantarse para ir al baño, pero sólo dos pasos después se desplomo en el suelo falleciendo.
Moraleja: no infravalores las cosas pequeñas, pueden ser más fuertes y más letales que una grande.