Tengo mariposas
allí donde no me quedan estrellas
porque me gusta creer
que ya no tengo remedio.
Me enamoro como un niño
de todo aquello que primero veo
luego lo analizo si no me lo creo
para luego no poder vivir sin ello.
Así luego vienen los tortazos
dados a manos llenas
cuando la realidad no es mágica
ya ni quedan cuentos hechos a mano.
Por eso cuando siento cosquillas
en ciertas partes de mi cuerpo
ahora pregunto primero
y me presento después.
Tu poema me produce una nostalgia tremenda, ¿será porque ya no quedan cuentos hechos a mano? Saludos
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Seguramente Irene, un abrazo enorme.
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amar es la apuesta…es ciega fe que no sabe si ascenderá o caerá…besos al vacío desde el vacío
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Un abrazo
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