Entre osos polares y pingüinos
tu sonrisa como la seda
donde el caminar con el frío
destacan aún más tus ojos verdes.
Los olivos de la ciudad
envidian tu hermosa mirada
las gaviotas te siguen a todas partes
como guardaespaldas de tus palabras.
Donde la sal marina es perfume
de tus paseos y aventuras
aquellas que impregnas de tu arte
esas que reflejas en tus poesías.
Hasta la brisa quiere jugar contigo
y hace que tu pelo sean caracolas
todo lo que te rodea te admira
y desean que por un segundo los quieras.
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