Voy a mear ahora vuelvo.
Tengo las manos sucias
del consentimiento de mi ser
de masturbarme con las cucarachas
pensando en el fin del mundo.
En la crueldad del dolor de espalda
de doblarme en la postura del escorpión
que la del sesenta y nueve aburre
y quiero más muescas en mi cinturón.
De lamerte los pezones con arrogancia
como llevándote a lo mas alto del planetario
donde observamos las estrellas y los planetas
deslizando tus labios en mi cometa.
Me gusta lamerte en mostaza
jugar a ser el perrito caliente de la relación
donde me clavas los tacones en la cara
y nunca quieres llamar la atención.
Donde poner fin a un conjunto
de cosas de dos en diferentes lugares
es lo mismo que necesitar coles de Bruselas
después de echar un polvo salvaje.
He pulsado el botón de la cisterna, el agua sale azul.