Divagando a las estrellas

Te pasas las noches contemplando las estrellas, esperando que algo de entre ellas te revele el destino de tu vida. Aunque lo más difícil no es que algo aparezca sino que lo que puedan enseñarte sea el camino que tengas que marcarte para tener una vida plena y satisfactoria. Todos esperamos un milagro en cierto modo, ya que aunque tengamos la humildad como meta y seamos felices a nuestra manera con la vida que llevamos, ya sea buena, regular o mala (si mala porque incluso los que llevan una vida mala tienen su punto de felicidad en su desgracia), todos esperamos algo que nos indique que camino coger de la encrucijada y no tener que perder más tiempo que ese que ya de por si nos ha robado la vida.

Y aunque muchos reciben la maldad que no deberían y les niegan muchas de las cosas que les deberían dar por derecho la esperanza dentro del grado que maneja los hilos de nuestras secuencias siempre puede dar un vuelco y darnos esa alegría por la que muchas o todas las noches contemplamos esas estrellas, que parpadeantes nos saludan, o desafían a movernos, a no quedarnos en la estacada, a ser parte de un universo que nos tiene en la indiferencia, como motas de polvo, como secuencias de ADN perdidas en la inmensidad de un océano.

Cuando esperas que algo del cielo llegue hacia ti como una estrella fugaz cumpliendo tus deseos, no es lo más romántico ni apoteósico, quizás es lo mas resultante a lo que entre la esperanza y el momento queremos que sea para nosotros por eso si una voz susurrante te dice que todo lo que esperas no es más que un reflejo de todo aquello que has dejado ir, no te enfades con la oscuridad de la noche, espera que amanezca para determinar que en esta vida nada es lo que parece y lo que creemos que suele ser no se acerca para nada a la realidad.

Posdata: El cuerpo solo es un transporte, la mente un recipiente, el alma no tiene cadenas.