Moverse como un fantasma
que ha hecho algo tan grave
que se desplaza de un lado a otro
buscando su perdida alma.
Así se siente una persona
que reniega de ella misma sola
regañándose como una ley natural
que destroza su mente.
Tan propio como una intoxicación
que apenas se conoce
como un mal patrocinador
que no pinta en tu vida nada.
Pero esas almas perdidas
de esos fantasmas errantes
ya no son individualidades
si se comparten.