Me desgarro
y grito los miedos de la humanidad
en los rincones futuros de las almas
descarriadas.
Condenados al dolor
vagabundos con los harapos vencidos
del pensamiento y la fe
torturadores del abismo.
En una vulgar pelea callejera
donde el pan es la razón de todo
la explicación de la maldad
la ruina de toda bondad adquirida.
Sin motivos para creer
en una cima nada complicada
donde se callan las armas
y las bocas solo son para besarse.
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