Siento la tortura en todo mi cuerpo, los malestares, el dolor crónico, el insomnio carroñero, los nuevos síntomas y efectos secundarios, la apatía. Llega la desesperación.
El aburrimiento de una situación no pedida, las pocas ansias y ganas de luchar porque cuando das un paso aparecen dos que van al contrario y te hunden en la mierda.
La falta de comunicación, los malos pensamientos, la mirada perdida de algún especialista como dándose por vencido, la crueldad de las cuatro paredes que me acogen.
Y a pesar de todo ello, quiero vivir.