Llueve la sangre
de los hijos no nacidos
de las tribus perdidas
de nuestros ancestros.
Aquellos que nos enseñaron
a promover la vida
a piedras y hachas
a carne viva.
Esos que cometieron errores
que no hemos resuelto
cometemos los mismos
eliminando generaciones.
Y nada ha cambiado
desde el principio de los tiempos
ni a la llamada de los espíritus
ni de la propia muerte.
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