He aplastado
las tripas de tu conciencia,
el salto del ángel malvado
el sentirse más pesado,
en esa adolescencia perpetua
donde no tienes de que rascar,
con los cristales de una botella
a punto de amamantar,
mostrando su punto de vista
sin encender la bombilla,
doctorándose en la nata
de tu propia pornografía.