Me besaste bajo el puente de los cristales
allí donde centramos la atención de nuestras lenguas,
tus manos se aferraban a mi cuerpo
mi mente se apoderaba de tu adrenalina.
Me besaste sentados en una cafetería
donde las albóndigas eran meteoritos errantes,
donde mis manos se escapaban a tus pechos
y tu cuello me sabia a miel de pueblo.
Me besaste en la plaza de Barcelos
allí donde nos dimos el primer beso,
donde los abrazos sonaban a música heavy
y nuestros corazones galopan en libertad.
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