Dos veces me traicionaste
y diste cumplida venganza,
ahogaste mi llanto del amor
en una balsa de estiércol barata.
No tienes remordimientos
dejaste tu corazón cuando eras joven,
no por miedo a envejecer
sabías que de vieja serías más cabrona.
Y dejaste de aceptar flores
te arrimaste con fuerza a la guadaña,
incluso te cambiaste de nombre
pero seguiste femenina y te llamaste Muerte.