Prisionera de la perra democracia
de una dictadura sin cuartel,
excremento de una noche sin perfil
entre pezones y suspiros.
Sus dictados me sacan los ojos
entre un discurso de sangre real,
los lamentos y la vaselina así
que nos enfundan cada día.
Meritorio desgaste que no engañan
a la hora de sufrir,
nos han hecho esclavos
de su manera de vivir.
Balas sin recámara de su odio
palos de ciego a las costillas,
envenenamiento en la pobreza
en sus perlas europeas escabullir.
Paridos en seda
reclutados de la traición,
así nos gobiernan al mazo
así nos matan lentamente.
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