La desesperanza es parte de la rendición a lo que me pasa, lo intento y lo intento pero mentalmente ya he fracasado antes de hacerlo. Mi cuerpo con todas las desgracias provocadas y no provocadas me puede, me gana.
La enfermedad me supera y hace de mi un espantapájaros, su juguete que llena de pastillas y de visitas prolongadas al hospital y al médico de cabecera, me ha robado la vida.
Ya no tengo amigos, ya no tengo vida, ya no sé lo que es no sufrir.