Todas las noches sin dormir, sin pedir perdón a mi cuerpo y mente por el castigo, pero no soy el culpable de que me pase tantas cosas que el sueño me premie con el abandono.
Me gustaría ser una persona normal, de los que viven de día y duermen de noche, no ser un hijo de la noche y un paria del sol. Pero mi vida no es normal, nada en mi es fácil, todo es un foso de dolor y de cicatrices que han dejado de curar.
Empiezo un testimonio de mi final, una manera de desahogar la soledad y la falta de recursos para cambiar, bienvenidos.