Estaba la Lola formando el caos
entre su lengua y la mía,
sus piernas cruzadas en mi cintura
llenando de estímulos su corazón.
Su piel formaban temblores
recibidos por los orgasmos de su interior,
los suspiros flotaban al aire
entre la saliva y el sudor.
Sexo en sinfonía de multitud
de acordes acompasados por los cuerpos,
poemas recitados libremente
formando posturas cómplices.
La Lola se amarro a los sentidos
del tacto, del gusto, de la vista,
sintiendo dentro de si el placer
que convulsiono su mente, sus pensamientos.