Me patina el cerebro
cuando me rascas la oreja,
se me caen los huesos
cuando soplas a mi ombligo.
Me chasquean los dedos
cuando me tuerces la vista,
me sudan los tobillos
cuando te entra la risa.
Me duele la nuca
cuando te marchas,
se me empalma
como resorte el dedo índice,
voluntad impropia
del chirrido de mis tripas.
Te saluda mi lengua
enamorada de la tuya,
me escupes en un ojo
y me das los buenos días.