Dieciséis chocolatinas después
de tirarlas a la basura
tu corazón sintió la pena
que no tuviste en el arrebato.
Se quedaron huérfanas
entre las ratas devoradoras
que se pelearon sin piedad
por un trozo de cada una de ellas.
Las pobres que acostumbradas
al calor de tu casa
querían ser devoradas siempre
por tu hermosa y dulce boca.
Ahora pasto de los bichos
de los malos olores y de la calle
lloran perdidas tu ausencia
y el acomodo de tu estómago.