Nora me regala sus palabras
como un baile de golondrinas,
con su acento único en mis oídos
como el mejor de los tangos.
Con esa amistad que se ve fluida
por los años de experiencia,
aquellas causas por el mundo vividas
y no desperdiciadas.
Y me quedó amén de su sabiduría
con su alegre sonrisa,
que me ha acompañado en este día
donde el frío hiela el alma.
Nora tiene versos de poeta
allá en un rinconcito del Atlántico,
en ese lado donde yo
he dado un millón de vueltas.