Reina sacude sus muslos
y envuelve mi cintura
me atrapa con sus besos
me roba el alma con el sexo.
Ambos compenetrados
como hemos hecho siempre
en el manto suave de una cama
o en la fina arena de la playa.
Reina tiene la piel de seda
ideal para jugar con la lengua
pero todo aquello que te ofrece
lo sabe recibir de mi cuerpo.
Y es que entre dos amantes
no hay mayor complicidad
que la de compartirse mutuamente
o de invertir la identidad.