Suena la campanilla
se abre la puerta,
entramos juntos
nos sentamos a la vez.
Tu pides pastel de carne
y una cerveza negra,
yo un café con leche
y la calidez de tu mano.
Los segundos se comen
entre tus bocados y mis sorbos,
hay silencio en la mesa
estamos nerviosos.
Me miras fijamente
directamente a mis ojos,
clavo los míos en tu plato
ya lo has comido todo.