Equilibrium

No tiene sentido

aletargarse

estoy desbordada

alumbrada.

Necesito ser pesadilla

mantiene los poros abiertos

el corazón alerta

mi mundo vivo.

No doy explicaciones

nadie me atiende

soy ese trámite interminable

que se refuerza a sí misma.

Luz verde

de mi complejidad femenina

el paradigma de mis adentros

el cotilleo que sale de tu boca.

Nada en mí mejora.

Hace unos días que murió mi padre, ahora llevo dos días en cama derrotado por mi enfermedad y el mal tiempo, que hace que se ponga mi cuerpo peor. Aunque todo suma y ya no tanto el dolor del cuerpo también el de la mente me hace pensar tantas cosas en las noches de insomnio que no sé como salir de ellas.

Me gusta vivir y sentir todas las cosas que nos da la vida, he sentido y visto a la muerte muy de cerca en mí o mis seres queridos, no es agradable, te va carcomiendo lentamente y aunque se sacan fuerzas de la nada porque aún tienes esperanzas de dejar un bello recuerdo en los que se quedan ¿vale la pena sufrir?.

He perdido toda mi fuerza, me quedaba una mente bien amueblada y hasta eso está empezando a fallar, quizás este paso por esta vida ya está exprimida y a lo mejor traspasar la frontera sólo es el comienzo de otra aventura, pero a estas alturas de la vida no sé si hay pasaje para una persona como yo, que sólo suma carencias donde antes tenía virtudes.

El mundo se me ha puesto como una montaña, se que cada uno aguanta como puede en estos tiempos tan difíciles, no sé si será bueno sacar la bandera blanca o hundirse con el barco como un buen Capitán.

De las cosas limpias

Que pocas palabras

me quedan en la boca,

como voluntad sana

del último humano loco.

Buscando la mirada

que haga nacer al niño

que perdió toda inocencia

en su primer baño de sangre.

Ya no reparto alegrías

ni cuando digo te quiero

afilo mis codos en punta

es más importante no ser presa.

Toca apretar los dientes

desde el cordón umbilical sabía

que no todo lo blanco es negro

ni lo negro es el principio del pozo.

In-humano-off

Desgarrada,

mi mente en láminas

los sesos crudos,

en una corriente continua.

En brazos, un cuerpo

que no distingo del mío,

como pimientos picantes

adobo para carroñeros.

Como un zorro en celo

cuchillo en mano,

costando un mundo por llegar

sin importar una mierda.

Vagando en la miseria

de no poder hacer nada,

los mordiscos más profundos

son los que dicen la verdad.