Silencio…

Lo necesitaba, era un descanso de la mente, el primer refugio antes de la locura, dejar de pensar. Y llevo unos días no pensando, no queriendo hablar, no queriendo sentir nada, solo el ruido de mis respiración entrecortada y el del latir de mi corazón. Me he refugiado en el silencio de mis palabras, en la música de mis encuentros ya olvidados y no reparo en decir que el consuelo de la soledad solo es un acto pasajero mientras el orden y la disciplina de la mente no obtenga un pasaporte hacia la felicidad. Ahora no puedo afrontar nada que esté más allá de mi campo de visión, no puedo afrontar el canto de un ruiseñor ni una caricia efímera. Espero que en la reflexión en la que he sometido a mi mente encuentre la luz de esa vela que me saque del túnel camino hacia el olvido