Coincidencia

Se teñía de rojo. Todos pensaban que algún bote de pintura se había desparramado por la acera y mostraban su disgusto porque ningún funcionario de la limpieza lo limpiase, yo observaba la situación atónito y la curiosidad me hizo ir hasta el sitio donde se aglomeraba la gente. Cuando doble la esquina con algunos de los mas vociferantes nos dimos cuenta de que no era pintura, era un gran charco de sangre que salía del cuerpo de un hombre que nadie sabía que habría sido de él, para estar así, sus ropas me sonaban bastante y me asome un poco más para verle la cara. Mis ojos palidecieron y se humillaron, era yo, era mi sangre, era mi muerte.